Cuando trabajamos en una misma actividad física o mental durante muchas horas acumulamos tensiones que se reflejan en nuestro cuerpo y en nuestro estado de ánimo: dolores de cervicales y lumbares, malas digestiones, irritabiliad, falta de sueño…
Uno de las principales excusas que damos cuando sabemos que deberíamos hace algo con nuestro cuerpo o nuestro estrés y no lo hacemos es la falta de tiempo. Si nuestras jornadas laborales son largas e intensas y al salir nos quedan aún muchas otras cosas por hacer (familia, casa, actos sociales… ) las oportunidades de cuidarnos y dedicarnos una rato son muy pocas. Si por el contrario esa práctica se incorpora en nuestro horario laboral (ya sea a primera hora del día antes de iniciar la jornada, al mediodia antes de comer, o a última hora de la tarde antes de marcharnos) las ventajas son muchas tanto para el trabajador como para la empresa.
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